Coumba estaba en la granja de su familia el día en que su vida cambió para siempre.
«Nuestra madre cocinaba con fuego», cuenta. «Era una granja grande, así que mi madre encendía fuego en un sitio y luego se iba a otro. Mi hermano pequeño estaba jugando junto al fuego, se acercó demasiado y empezó a quemarse».
Con sólo 4 años, Coumba se apresuró a salvar a su hermano mientras el fuego crecía.
«Caí sobre mi lado izquierdo, así que me quemé ahí», dijo Coumba. «Entonces mi hermano lloraba mucho, cosa que oyó mi madre, así que vino a vernos, pero yo ya estaba totalmente quemada en el lado izquierdo».
Con el brazo izquierdo fusionado en posición doblada y la mano dañada, Coumba se adaptó a la vida con un solo brazo y una sola mano funcionales. Creció para casarse, trabajar como criada y criar a tres hijos en su granja de arroz y verduras del norte de Senegal. Coumba anhelaba ocuparse ella misma de la granja, como hacen muchas otras mujeres en Senegal, pero su limitada amplitud de movimiento hacía imposible este sueño.
Después de décadas viviendo con un brazo doblado, la operación en el buque hospital Africa Mercy® significó que, a los 31 años, la vida de Coumba estaba a punto de cambiar.
Una operación cambia toda una vida
El Dr. Tertius Venter fue el cirujano plástico reconstructivo que operó a Coumba. Voluntario a tiempo completo originario de Sudáfrica, el Dr. Venter ha participado en todos los servicios sobre el terreno de Naves de Esperanza desde el año 2000.
Coumba carecía de acceso a opciones sanitarias adecuadas, pero su estado era tratable. Con atención inmediata, el Dr. Venter cree que habría crecido con una funcionalidad completa del brazo y la mano, como si el incendio nunca hubiera ocurrido, aparte de los cambios estéticos en la piel.
«Lo bueno de las quemaduras es que sólo afectan a la piel, por lo que se trata de cicatriz y piel», explica. «El músculo subyacente, los tendones y los nervios no suelen estar afectados. Así que podemos liberar las contracturas, devolverlos a una posición normal y que sus músculos vuelvan a funcionar, por lo que podemos obtener buenos resultados.»
Con las articulaciones agarrotadas y los músculos debilitados por décadas de inactividad, así como el codo atascado en una posición flexionada, la operación de Coumba fue larga. Sin embargo, esto no la perturbó. «Apenas sentí dolor porque sabía que me iba a curar», dice.
Una recuperación prometedora
La Dra. Jody Kissel, terapeuta de manos voluntaria, ayudó a Coumba a volver a aprender a usar el brazo tras la operación y le enseñó a continuar el proceso de rehabilitación al volver a casa.
«Para cuando pase un año, tengo todas las esperanzas puestas en que sea capaz de levantar el brazo por encima de la cabeza, tender la colada, cuidar de su hijo y hacer las cosas que se había propuesto como objetivo», afirma la Dra. Kissel.
El mayor objetivo de Coumba era ocuparse de sus propios cultivos en la granja donde vive.
«Sé hacer de todo, menos el trabajo necesario en una granja de hortalizas», dijo Coumba con orgullo. «En Senegal, las señoras suelen tener un pequeño espacio donde pueden tener patatas, zanahorias y pimientos que utilizan para cocinar su propia comida, pero para eso hay que ir a buscar agua al pozo, y yo no puedo hacerlo».
Coumba estaba impaciente por liberarse de esa limitación.
Llevarse la mano a la boca, mover los dedos y girar el brazo eran tareas sencillas que Coumba temía no volver a hacer nunca, pero como dijo la Dra. Kissel, era «una vencedora».
Finalmente, Coumba pudo abandonar el hospital y volver a casa para abrazar a su familia, y lo hizo por primera vez con los dos brazos. Allí descubrió que sus nuevas capacidades físicas le daban independencia en innumerables aspectos cotidianos.
«Siempre quise lavar la ropa, ahora puedo», se maravilló Coumba. «Ahora puedo ir a por leña. Ahora puedo sacar agua de los pozos. Sólo podía usar una mano. Ahora puedo usar las dos. Todo lo que puedo decir es que soy feliz y doy gracias a Dios».